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Así Pensamos

¡Cómo está el patio!

El atractivo de la política (la buena política, se entiende) se basa en valores y principios, en la ética, en el compromiso con los demás, en el trabajo por el bien común, y en cierto modo en ilusionar a los ciudadanos.

 

El atractivo de la política (la buena política, se entiende) se basa en valores y principios, en la ética, en el compromiso con los demás, en el trabajo por el bien común, y en cierto modo en ilusionar a los ciudadanos. Políticos como Kennedy, Obama o Mandela  consiguieron encender la ilusión de sus conciudadanos con mensajes en los que las palabras «cambio», «mejoría» o «igualdad», se conjugaron con expresiones como «lo conseguiremos todos juntos».

Imagen política bajo mínimos

Coinciden estas reflexiones con uno de los momentos de nuestra Historia en el que la imagen de los políticos está más «bajo mínimos». A la crisis económica que cada día destruye más empleo se suman los efectos de los recortes, cada día más cuestionados por el ciudadano de a pie (que sufre la subida de impuestos, la reducción de servicios públicos, el encarecimiento de la vida, pero sobre todo el hastío y la falta de optimismo). Como colofón, «los papeles de Bárcenas», el Tesorero del PP, con presuntas entregas de dinero a dirigentes políticos y también presuntos donativos de empresas al partido por encima de la Ley de Financiación de Partidos Políticos.

Preguntas

Cabe preguntarse: ¿Es ético que una empresa ofrezca una cantidad de dinero a un partido político por encima de lo que le marca la ley? ¿Esto no hace que éste, a la hora de gobernar una región o una ciudad, pueda verse obligado a devolver el favor? ¿No es ésto peligroso para una Democracia que se basa en el cumplimiento de unas normas y en la transparencia?

La sociedad española ha tenido sus «más y sus menos» con la Política. La Transición fue un momento de mucha participación ciudadana: la mayoría deseaba votar en las urnas (aunque, claro, hacía mucho tiempo que no le habían dado ese derecho), surgieron más periódicos y revistas de corte político, se quería debatir (y no sólo en la televisión, también en lugares públicos). Además, proliferó el asociacionismo con gente que se unía para conseguir objetivos comunes mediante el trabajo, muchas veces altruista, de todos.

Sin embargo, a partir de los años noventa la sociedad española se volvió cómoda y cambió: el capitalismo y sus valores («lo único importante es el dinero», «soy lo que tengo», «mientras tenga yo, no me importa si no tienen los demás») fueron empapando como lluvia fina en los ciudadanos. Desde entonces ha sido muy común escuchar a gente de todas las edades, pero especialmente a los más jóvenes, que «la política no me interesa. No va conmigo».

Política es todo

Sin embargo, la Política está en todo. Los políticos crearon el Estado del Bienestar (aunque otros lo estén destruyendo); favorecieron la integración social; e impulsaron medidas para solucionar problemas que la sociedad sufría (como la violencia de género, las altas tasas de mortalidad o ). En definitiva, mejoraron la sociedad con su trabajo, su ética, su compromiso y sus valores.

Aunque una parte importante del desencuentro entre ciudadanos y políticos se debe a los escándalos nacionales, mucho pueden hacer los políticos locales para recuperar el terreno perdido. Y ese apoyo no se consigue haciéndose fotos por doquier, sino con actos y gestos: no cerrándose a apoyar propuestas de otros partidos políticos; buscando el consenso; o reconociendo cuando se equivocan. A veces se trata de pequeños gestos: respondiendo a las preguntas de los vecinos en un pleno municipal o poniendo estos actos (que son públicos) a una hora en la que la gente pueda ir y no esté en el trabajo.

 

Postdata:

Como pequeño gesto no estaría mal que al hilo de la suspensión del «euro por receta» por parte del Tribunal Constitucional, el consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, pidiera perdón a las personas que se negaron a pagarla debido a considerarla «injusta». El consejero dijo que el número de personas que habían objetado era «insignificante». Más de 600.000 personas no parecen poca gente.

 

                                                                Boletín tricantino

 

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