Existen ciertas similitudes entre el acoso escolar y la violencia de género, puesto que en ambos casos la violencia es utilizada por los agresores como una forma destructiva de demostrar su poder
Existen ciertas similitudes entre el acoso escolar y la violencia de género, puesto que en ambos casos la violencia es utilizada por los agresores como una forma destructiva de demostrar su poder, sobre una víctima que creen no puede defenderse, y que generalmente perciben como indefensa por parte del sistema social en cuyo contexto se produce el acoso. En algunas investigaciones realizadas sobre violencia y adolescencia (por ejemplo, por la catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación, Maria José Díaz-Aguado), se detectan tres características del acoso escolar que ponen de manifiesto su similitud con la violencia de género, sobre: el perfil de los acosadores (que los sitúa en condición de riesgo de incurrir en el futuro en violencia de género), la tendencia a culpar a la víctima (que se observa también en las propias víctimas) y las características de la escuela tradicional que obstaculizan la erradicación del acoso y que pueden impedirle también prevenir la violencia de género.
Aun así, las situaciones de acoso escolar no pueden traducirse siempre sin más como expresiones de violencia de género.
El acoso escolar o su término en inglés bullying, es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre compañeros de forma reiterada a lo largo de un tiempo tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia. Se considera que uno de cada tres adolescentes de entre 12 y 16 años vive o ha vivido una situación cercana al bullyng como acosado o como acosador. Aunque el porcentaje de chicos o chicas que sufren un bullying grave es mucho más bajo ya que está entorno al 3%. Y es algo más frecuente entre las chicas que entre los chicos.
Los chicos o chicas que se ven sometidos a este tipo de acoso llegan a vivir aterrorizados, tienen pavor a ir a la escuela y en algunos casos llegan a tener depresión y pensamientos de suicidio. Son situaciones tan peligrosas que padres y maestros deben vigilar estrechamente para descubrirlas.
Tipos de bullying
- Agresiones verbales. En este caso entrarían los insultos pero también cuando se habla mal de alguien o se expanden rumores malintencionados sobre un compañero.
- Agresiones psicológicas. En este caso están las intimidaciones para provocar miedo y así conseguir que la víctima haga algo que no quiere hacer: entregar su dinero u objetos personales o cualquier otra cosa bajo coacción.
- Agresiones físicas.Aquí entrarían las palizas o los simples golpes además de los robos o el destrozo de sus materiales u objetos.
- Aislamiento social.Aislar a la víctima impidiéndole participar en las actividades de los compañeros de clase o, en algunos casos, dejando de hablarle y haciendo que los demás tampoco le hablen y se relacionen con él o ella.
- Agresiones sexuales.En esta categoría están todas las agresiones que tienen como objetivo hacer que la víctima se sienta humillada o incómoda. La forma más frecuente del acoso sexual en la escuela es con la utilización de los celulares o las redes sociales.
- Agresiones racistas.En algunos casos, la forma que utilizan los agresores son los insultos racistas cuando la víctima pertenece a alguna minoría.
Qué hacer si le ocurre a tu hijo/a
Cuando un padre descubre que su hijo está implicado en un caso de bullying, ya sea como víctima o como agresor, debe actuar inmediatamente. Lo primero que hay que hacer es avisar a la escuela. Hablar con la dirección, con los orientadores y con los profesores. Y en los casos en los que se haya producido una agresión grave hay que denunciarlo a la policía.
Qué hacer si tu hijo/a es la víctima
Los progenitores de chicos o chicas que son víctimas de bullying tienen que establecer con la escuela un plan para salir de esa situación y mantenerse en contacto continuo con el deparatmento de orientación y personal docente para seguir la evolución del proceso.
Y hay que darle todo el apoyo a la víctima. Habrá que explicarle y conseguir que entienda que él o ella no es culpable de nada, que ha estado sometido a una situación de tortura y buscar fórmulas para restaurar su autoestima. En ocasiones puede ser necesaria la ayuda de un terapeuta.
Qué hacer si tu hijo/a es el acosador
Las medidas que deben tomar los progenitores del acosador/a también exigen que se mantengan en comunicación con la escuela para seguir la evolución de la situación. De igual modo deben hacer entender a su hijo/a que el acoso es inaceptable e incluso puede ser un delito.
Qué hacer si tu hijo/a es un observador
Es muy frecuente que en los casos de bullying exista una víctima, un acosador/a y un grupo de observadores/as. El grupo de amigos/a es una de las características de la adolescencia y hay veces que los chicos o chicas siguen a un líder sin importar lo que este haga.
Los progenitores de los chicos o chicas que se han convertido en observadores/as deben actuar igualmente. Si tienen noticia de un caso de acoso deben comunicarlo a la escuela inmediatamente, explicando a su hijo/a lo que van a hacer y la importancia de hacerlo. Y deben asegurarse de que su hijo/a comprende que la valentía y la madurez están precisamente en no callarse ante este tipo de situaciones.
Desde el ámbito educativo, es preciso impulsar actuaciones que ayuden a extender la prevención a toda la población, desde una perspectiva integral basada en el respeto a los derechos humanos, que enseñe a rechazar todo tipo de violencia e incluya actividades específicas contra la violencia de género. Así mismo, hay que enseñar a construir la igualdad no solo dando información, sino desde la práctica, a través de experiencias de colaboración entre chicas y chicos, basadas en el respeto mutuo, para avanzar, así, en la superación de dos de las principales condiciones que subyacen a la violencia de género: la desigual distribución del poder que existe en la sociedad y la resistencia al cambio que esta situación produce, especialmente entre los hombres.
Concejalía de Familia, Infancia y Juventud