Algo se mueve cuando un gobierno local del PP decide consensuar con los promotores de la moción la implantación de Presupuestos Participativos en su ciudad. Pese a que Tres Cantos es una ciudad moderna, joven y avanzada, su gobierno no suele defender ideas audaces, y hoy tampoco innova. Son cientos los municipios españoles adheridos a esta forma de gobierno local participativo, algunos desde hace décadas. Tal vez el cambio político que se avecina les haya hecho decidirse.
Los presupuestos participativos son la cara más visible del nuevo municipalismo nacido en Porto Alegre (Brasil) en 1989 contra la dictadura de los mercados. El poder (y la distribución de recursos presupuestarios) tradicionalmente se ha ejercido de arriba a abajo, frente a una lógica de participación de una ciudadanía democráticamente madura y preparada para tomar las riendas de su propio destino. Abrir la posibilidad de que seamos los vecinos quienes decidamos el destino de los ingresos públicos – no olvidemos que se trata de nuestro dinero, no del de las autoridades – supone reconocernos al fin la mayoría de edad a todos los efectos. Desde el 15M y antes ya sabíamos que teníamos esta capacidad, pero convencer al PP de ello sólo se consiguió quitándoles la mayoría absoluta con la que aplicaban el rodillo del ordeno y mando.
De este modo se inaugura una etapa ilusionante en Tres Cantos. Muchos creerán que se trata de simplemente elegir entre opciones cerradas del tipo ¿Destinamos el 0’7% de nuestro presupuesto a cooperación internacional o a las ONGs de Tres Cantos? Otros pensarán que se abre una especie de competición entre asociaciones, colectivos y barrios por subsidios y obras, una suerte de ¿Qué hay de lo mío? Pero no.
Ya no colarán los mensajes simplistas que el PP trata de colocarnos acerca de la economía, porque los Presupuestos Participativos son ante todo pedagogía ciudadana. Trascienden el interés particular para dar a conocer las necesidades de toda la comunidad. No hay trampa ni cartón, ahora se podrá saber de cuánto disponemos, cuánto son gastos fijos y comprometidos, y entre las políticas que podemos priorizar y elegir, cuánto nos cuestan. Cuando uno conoce el valor económico de cosas indispensables para la convivencia, se profesa más respeto a lo público, una mayor necesidad de cuidarlo.
Además la transparencia obligada de todo el proceso evitará que puedan darse casos de corrupción o dispendios como los que Ganemos3Cantos ha denunciado, como los 85.000€ por asesoramientos jurídicos privados con el despacho privado de Montoro, o el medio millón anuales durante 2 mandatos que cobraban los 18 asesores leales al PP tricantino.
Imaginamos como en muchos lugares, los vecinos empezaremos por decidir sobre una pequeñísima porción del presupuesto de inversiones para 2017. Sin embargo, una vez implantado el proceso, superando el desconocimiento inicial acerca de su funcionamiento y creadas redes ciudadanas que trabajan de forma colaborativa y no competitiva, los Presupuestos Participativos tienden a ser incrementalistas. De modo que de aquí a unos años, si los vecinos se implican, casi todo el gasto público local podría ser participado, cerrando la brecha en el acceso a la información entre representantes políticos y representados.
Se trata de una fórmula de empoderamiento ciudadano, que aunque corresponda al Ayuntamiento promover, debe ser exigida y defendida por todos nosotros. Con esto, desde Ganemos3Cantos, hacemos un llamamiento a los vecinos para implicarse en este aprendizaje colectivo que son los Presupuestos Participativos.
Natalia Muñoz-Casayús