Víctimas de violencia de género, física y psicológica, víctimas de tener que explicar el porqué de las cuotas, víctimas de ser malas madres, malas hijas, víctimas de no ser perfectas, víctimas de tener que estar perfectas, víctimas de que, de puertas para dentro, todo es nuestra responsabilidad, víctimas de no percibir el mismo sueldo por el mismo trabajo, víctimas de no ser felices porque no lo merecemos y no está bien visto, víctimas de no pertenecer a órganos directivos por no creernos demasiado buenas, víctimas de soportar doble discriminación cuando tenemos diversidad funcional, víctimas de no elegir mayoritariamente carreras de ciencias, víctimas de que suegra y suegro no proporcionen el mismo parentesco, víctimas de ser soporte y responsables de muchas familias monomarentales, víctimas de comentarios, chistes machistas y gracias por el género, víctimas de la doble jornada de trabajo, dentro y fuera de casa, víctimas de la discriminación por los embarazos…en definitiva… víctimas.
Años soportando, leyendo, promocionando muchos de estos comportamientos, casi nunca reconociendo- porque nos hace vulnerables y nos aísla, en lugar de hacernos fuertes y unirnos- que de algún modo, hemos sufrido alguno o alimentado otros. Considerarnos víctimas nos limita, nos quita herramientas para combatir todos estos comportamientos atávicos, nos hace caer en la desmotivación y en la aceptación de que no podremos cambiarlos en breve y algo más preocupante, que no podremos impedir que las nuevas generaciones reproduzcan estos estereotipos porque nos hemos cansado de luchar y nos rendimos para seguir adelante y sentirnos parte del grupo. Nuestra solidaridad implicará el gran cambio: ni una queja, ni una crítica más y que hable nuestro ejemplo.
Cada vez que alguna de nosotras permite o promociona el comportamiento que nos hace víctimas o lo alimenta, con nuestros comentarios o acciones, sin identificarnos con las personas, mujeres, con las que compartimos gran parte de nuestras preocupaciones, estamos ayudando a que retrocedamos y a que las acciones que otras muchas mujeres llevan a cabo en el mundo, jugándose algo más que la simpatía de los demás, caigan en saco roto e injustamente se diluyan.
Agradezco a todos los hombres que, desde hace años, caminan a nuestro lado, combatiendo estas injusticias y que reconocen ante todo la importancia de sentirnos cómplices y aliados para ser y producir el cambio que juntos queremos en el mundo.
Solo os pido que NOSOTRAS, tengamos la fuerza y la valentía necesarias para tratar de evitar estos comportamientos a nuestro alrededor, aunque lo que sí está dentro de nuestro control y de nuestras posibilidades, de las de TODAS, es no llevarlos a cabo nosotras. Esto espero que sí forme parte del Pacto y compromiso que firmemos este 8 de Marzo. De entrada, porque confío en vosotras, ya os agradezco en nombre de nuestras abuelas, madres, hijas, hermanas, suegras, nueras, amigas, conocidas…, en definitiva, congéneres, vuestra SOLIDARIDAD.
Aruca Gómez.Portavoz de Ciudadanos
araceli.gomez@tres-cantos.org