Si de algo estamos orgullosos todos los que vivimos aquí desde los 80, es de la ciudad en la que nos hemos convertido. Recientemente hemos celebrado nuestro 27 Aniversario recordando a todas las personas que aportaron y soñaron para mejorar nuestra ciudad. Ahora está en nuestras manos coger ese testigo y continuar. A nosotros, que nunca hemos sido conformistas y autocomplacientes, todo esfuerzo nos parece poco para seguir haciendo de nuestra ciudad un lugar diferente.
Para mí, además de la necesaria tecnología, imprescindible para facilitarnos la vida y ahorrar recursos y, de la eficaz prestación de los grandes contratos que tenemos de limpieza, jardinería, pavimentación, hecha con la excelencia debida, tenemos que conseguir que los comportamientos que despleguemos los ciudadanos vayan en consonancia con la ciudad que queremos.
El civismo debe ser una seña de identidad de nuestra ciudad, no aparcar en las zonas reservadas a personas con movilidad reducida, ni aparcar en doble fila de forma que impidamos la buena circulación, no tirar ningún tipo de desperdicio en las calles, reciclar, recoger los excrementos caninos, no hacer ruidos que molesten el descanso de los demás, ni hacer pintadas o destrozar el mobiliario urbano, el uso compatible de transportes, etc.
Insisto en la necesaria pedagogía del civismo, de empatizar con la situación de nuestros semejantes, sobre todo de los más cercanos que se ven afectados por nuestro comportamiento. Por la importancia del respeto y de entender que a los demás pueden molestarles cuestiones diferentes que nosotros consideramos nimias o absurdas, hace que, basándonos en el respeto, debamos analizar, sin coacciones ni sanciones, por simple civismo, si mi libertad está afectando a otros.
Decía José Luis Coll que “un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros”. Teniendo esa metáfora como objetivo, pensando en grande y haciendo analogía con nuestras competencias. Solo pienso en lo mucho que podíamos ahorrar si decidiésemos ser la “Ciudad más cívica de España” recordando que también se puede ser Singapur sin excesivas reglamentaciones y castigos, ejemplo mundial de lo que sueño.
La cantidad de recursos que podíamos tanto ahorrar, como destinar a otras cuestiones más necesarias si tuviésemos a los demás en cuenta. Decididos a hacer las inversiones necesarias en concienciar de la importancia del civismo, fuentes, papeleras, baños públicos, áreas caninas, etc y con nuestro sueño en marcha, solo esperamos poder llevar a cabo esta política útil pronto.
Aruca Gómez
Portavoz de Ciudadanos Tres Cantos