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Fernando Azor

Fagofobia o miedo a atragantarse

Tener la sensación de que la garganta no deja paso a la comida, es una sensación muy desagradable. Las personas que la sienten y se asustan, pueden llegar a producir una fagofobia.

Tener la sensación de que los alimentos se pueden quedar atascados al tragar y que eso puede precipitar un atragantamiento, se vuelve bastante insoportable y amenazante para algunas personas.

La ansiedad se manifiesta frecuentemente con un aumento de la tensión muscular. Las zonas que más frecuentemente la reflejan suelen ser los hombros, la espalda y la mandíbula. Cuando la tensión se focaliza en la garganta, puede ir acompañada de episodios de afonía, carraspera, y exceso de salivación.

La dificultad para tragar o disfagia es frecuente en algunas personas cuando sus niveles de ansiedad están disparados. En esta ocasión vamos a centrarnos en ésta: la dificultad para tragar y en la fagofobia.

Hay personas con más facilidad que otras a sentir rechazo a los olores, texturas, o aspecto de los alimentos. Les es fácil sentir arcadas y náuseas solo con estar en contacto con un alimento. Cuando esto ocurre la facilidad para tragar se ve también condicionada.

La percepción de que un alimento puede tener algún problema o estar en mal estado, generará un rechazo como manera de protegerse. Evolutivamente este rechazo protege de envenenamientos y enfermedades.

Si nos centramos en la supervivencia como especie, podemos observar que elegir correctamente qué alimentos se pueden consumir y cuales no, es una ventaja clara. Aspectos como la textura, el color, el sonido… han de formar parte de la elección de los alimentos que podemos consumir. El miedo a tragar y el espasmo de la glotis se genera por razones completamente normales. El problema aparece cuando pasamos de miedo a fobia. En este caso ya todo es amenazante, haciendo que la glotis impida el paso normal de los alimentos.

Una medida que habitualmente adoptan las personas que tienen dificultad para tragar y temen el poder atragantarse, es la de ir eliminando de su dieta todos aquellos alimentos que piensan que son más ásperos o granulosos y que van a ser más difícil de tragar. Es una medida bastante lógica, pero frecuentemente se acaba convirtiendo en un problema mayor.

Fernando Azor

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